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Diego Muñoz-Torrero fue uno de los padres de la primera constitución redactada en España, la de 1812. Pero también fue estudiante, profesor y rector de la Universidad de Salamanca, entre otros importantes cargos. Sacerdote, político, intelectual, Muñoz-Torrero fue uno de los personajes destacados del primer tercio del siglo XIX, y su memoria aún perdura.

Con motivo del VIII Centenario, la Universidad de Salamanca ha querido homenajearle en colaboración con el ayuntamiento de su pueblo, Cabeza del Buey (Badajoz) y de los gobiernos regionales de Extremadura y de Castilla y León, con un acto público celebrado en el paraninfo.

El rector de la Universidad de Salamanca, Ricardo Rivero, abrió la sesión para dar paso a una conferencia de Marcelino Oreja, miembro de la Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, antiguo alumno de la Universidad de Salamanca, ministro de Exteriores durante la Transición y embajador del VIII Centenario, quien ofreció´una conferencia bajo el título de Los valores de Europa.

El homenaje también contó con las intervenciones del presidente de la Junta de Extremadura y de la Academia Europea e Iberoamericana de Yuste, Guillermo Fernández Vara; la alcaldesa de Cabeza del Buey y presidenta de la Fundación Diego Muñoz Torrero, Ana Belén Valls Muñoz, y el consejero de Educación de la Junta de Castilla y León, Fernando Rey.

Muñoz-Torrero, de cuya muerte se cumplen 189 años, llegó a presidir la comisión redactora de la Constitución de Cádiz, aprobada el 19 de marzo de 1812. Durante un mes, además, estuvo al frente de las Cortes desde las que defendió valores como la soberanía popular, la separación de poderes, la libertad de prensa o la de imprenta, que no han perdido vigencia y siguen marcando la hoja de ruta del parlamentarismo actual.

De aquella época destaca también el hecho de que la bandera nacional utilizada en la cámara gaditana, de tafetán con dos fajas rojas y una amarilla intermedia -todas de igual anchura-, fue regalo del propio Muñoz-Torrero. Esa enseña fue utilizada por la Milicia Nacional a partir de 1820. Durante el tributo, la alcaldesa y el rector salmantino intercambiaron una copia de esa bandera y otra del acta de nombramiento del pacense como rector de la Universidad de Salamanca, responsabilidad a la que accedió en 1787.